Publicado el 21 agosto 2011 | por Un pedazo de pan
Crónicas de Galicia IV
La tradición panadera de Neda se remonta a la Edad Media, cuando comienzan a aparecer, aprovechando la fuerza del caudal de la “Fervenza do Belelle” importantes industrias, entre ellas, los molinos.
Tras el asedio de la flota comandada por Sir Francis Drake a la ciudad de A Coruña en 1589, el rey Felipe II decidió que a partir de entonces la flota real tuviera su base en Ferrol, cuyo puerto era más fácil de proteger por sus excepcionales condiciones naturales .
Para entonces, ya se tenían las aguas del Belelle como las mejores del país para el blanqueo de hilazas, para la elaboración del pan y para la salud. Ese mismo año se hace una relación de los alimentos necesarios para atender a los militares que deberían embarcar al año siguiente y que habian de permanecer 6 meses en el puerto. Estos listados mostraban ya que no existían hornos suficientes para atender la demanda generada por esta decisión real.
Dos años después se habian construido 12 hornos que conformaban las Reales Fábricas de Bizcochos de Neda, produciendo cinco mil quintales de pan al mes. La decisión se basó en la excelente comunicación de la Villa con el puerto de Ferrol y su antígua tradición panadera. Así se estuvo fabricando en Neda, durante un siglo, la galleta o bizcocho para las armadas de los Reyes de España
Con el paso de los años, ya en una época más moderna, en 1917, la imprenta de “El Correo Gallego” publicó un folleto de 16 páginas titulado “Estudio analítico, químico y bacteriológico del agua de La Fervenza”, practicado por Don Santiago De La Iglesia, director del laboratorio municipal, por orden del Sr. Alcalde de Ferrol. En este informe se habla en detalle de las características químicas del agua, llegando a la conclusión que son “muy buenas” y en cuanto al número de bacterias se dice que es “extremadamente pura”. Además, se encuentra la presencia de géneros pertenecientes a la familia de los hongos, entre estos los “pencilium”. Este descubrimiento contribuyó a realzar los ya mencionados atributos del río Belelle, llegándose a afirmar que las harinas fabricadas con dichas aguas adquirían calidades apreciables en blancura y sustancia.
En los siglos XVII, XVIII y principios del XIX, Neda fue considerada la capital del trigo de Galicia
Para rescatar esta antigua tradición, y contribuir a la revitalización de la comarca, se ha creado un sello del Pan de Neda, con el que buscn obtener a medio plazo una Denominación de Origen Protegida, como la que ya existe para el Pan de Cea también en Galicia.
Detrás de la iniciativa se encuentra una panadería –La Nueva– cuya dueña es descendiente de panaderos uruguayos. Esta panadería es quizás, dentro de Neda, la mayor y más industrializada, sin perder el sello dei dentidad y el carácter tradicional de su producción.
Como el lunes por la tarde cogíamos nuestro avión de regreso por la tarde, decidimos que por la mañana iríamos a visitar Neda y las panaderías que pudiéramos. Y así lo hicimos.
Desafortunadamente y como no habíamos concertado las visitas no pudimos ver todo lo que quisimos. Ese fue el caso de La Nueva. La dueña acababa de salir cuando llegamos. Hablamos con el departamento de administración, en el que trabajaban al menos dos personas. Fueron uy amables, pero no nos dejaron visitar las instalaciones.
Estas son un par de fotos que pudimos hacer del exterior. El depósito de harinas habla por sí solo del volumen de producción de esta panadería, teniendo en cuenta que las panaderías pequeñas que habíamos visitado hasta entonces en Redes, Ares o Seixo panificaban 100 kilos de harina como máximo al día (cuatro sacos de harina).
Esta empresa tiene tres marcas en uso: La Nueva, Valencia y Stollen con establecimientos no sólo en Neda, sino también en Ferrol. Recientemente han abierto también una confitería Stollen en A Coruña.
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Eso sí, pasamos al despacho de pan y nos llevamos algunas piezas interesantes: un par de medias empanadas (atún y carne) para el último almuerzo gallego de la semana
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También compramos un par de panes: uno de harina del país (¡de nuevo!) y un toque de centeno, el otro de maiz con pasas. Tengo que decir que, del conjunto, lo mejor fue el pan de maiz con pasas: una delicia, denso y dulce, que casi acompañaba mejor el café que la comida.
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Visitamos también una panadería pequeña artesana. Pero esa visita se queda reservada ya para la próxima Crónica.
Bonita historia la del pan de Neda. Y preciosos panes.
Un beso
Pues eso me consuela: si tú no lo conoces que has estado por esa zona….
Yo me sentí fatal por no haber localizado lo que había de interés después de haber buscadao en internet durante semanas. Y la suerte de descubrirlo, aunque fuera el día antes de marcharme. Entre otras cosas supuso que nuestras anfitrionas reajustaran sus planes para el último día con tal de darme gusto. ¡Si es que L&L son dos pedazos de pan!
Fantástico el relato. La verdad es que desconocía que hubiese una Ruta del Pan de Neda.
Qué pinta tienen esos panes.
Un abrazo