Inspirado en esa infancia que ya es recuerdo, este bizcocho de uno de mis favoritos. Es un bizcocho que
no lleva grasas añadidas, salvo las propias del huevo y las nueces.
Es denso (nada de un
Angel food ni nada similar), para tomar en pequeñas porciones. De la plancha deben salir 30 mini bizcochitos para acompañar el café, aunque estoy convencida que nadie se resistirá a tomar dos porciones al menos (cada una tiene unas 75 calorías, así que tampoco es tan grave). Y
es aromático: la mezcla de frutas debe reposar una noche al menos (o varios días) en la nevera, y una vez horneado el bizcocho conviene envolverlo y dejarlo reposar uno o dos días… como si fuera un buen pan de centeno. Los sabores se afinan y funden y el bizcocho adquiere una nueva dimensión.
Para mí, preparar este bizcocho es volver la memoria al año anterior, a esa sensación de repetición, de bucle, que a veces nos acompaña y que al llegar a esta edad siempre se subraya con un pensamiento “¿ya es octubre de nuevo?”. Porque este bizcocho necesita dátiles nuevos, limones, y originalmente, naranja. La receta está tomada de
The Baking Sheet (la
newsletter de
King Artur Flour, aunque esta receta no se encuentra publicada on-line), del último número de 2006, aunque como siempre le he hecho algunas pequeñas adaptaciones.
Entre las modificaciones he reducido su dulzor (rallaba en lo empalagoso). Y lo he hecho de dos maneras. De un lado , he reducido la cantidad de azúcar casi en un 25%. Y además he modificado la cantidad y estructura de la mezcla de fruta.
Originalmente llevaba a 400 gr. de dátiles y el zumo de una naranja y de un limón, junto a sus cortezas ralladas. Esa cantidad de dátiles junto al azúcar hacía de este bizcocho una bomba dulce. El utilizar el limón y la mandarina completos, triturados, aporta un contrapunto de acidez y un ligero toque de amargor muy interesantes.
Para compensar el uso de la mandarina y el limón completo, he aumentado ligeramente la cantidad de harina. Y al aumentar la acidez de la masa, hemos sustituido la mitad de la levadura por su mitad de bicarbonato (o sea, que si no tienes bicarbonato hay que usar dos cucharaditas de levadura en polvo).
Ingredientes
Preparación previa
200 gr. dátiles sin hueso
200 gr. pasas (o más dátiles o albaricoques secos, arándanos… al gusto)
1 limón pequeño entero
1 mandarina (o media naranja mediana)
50 gr. zumo de naranjaMasa del bizcocho
4 huevos grandes
350 gr. azúcar moreno
300 gr. harina de supermercado
100 gr. de nueces (o almendras o avellanas) ligeramente tostadas y picadas
2 cucharaditas de canela molida
1 cucharadita de café soluble
1 cucharadita de levadura en polvo
1/2 cucharadita de bicarbonato en polvo
Método de elaboración
La víspera previa a preparar el pastel, picar con la ayuda de un robot o en la thermomix los dátiles, las pasas, el limón y la mandarían (ecológicos si es posible, porque se usa toda la pieza, incluida la piel). Si no gustan los matices amargos, puede pelarse el limón y la mandarína y utilizar el interior y sólo la parte externa de la corteza, evitando la piel blanca (que es la parte amarga).
Guardar en la nevera de 12 a 24 horas.
Para hacer el bizcocho, batir los huevos con el azúcar moreno durante unos minutos. Añadir la mezcla de fruta y batirlo todo junto.
En un cuenco pesar todos los ingredientes secos: harina, canela, café, levadura y bicarbonato. Mezclarlos bien.
Añadir los sólidos a los líquidos en tres veces, mezclando bien un tercio antes de añadir el siguiente, para que no haya grumos. La masa quedará densa y espesa.
Verter en un molde de poca altura, de 30×24 cms. encamisado con papel de hornear, para hacer un plancha que antes de cocer tendrá dos dedos de altura y después de hornear doblará la altura.
Calentar el horno a 180º. Hornear de 40 minutos. A los 30 minutos comprobar el color y si está hecho. Y prolongar el horneado sólo si es necesario. Al no llevar grasa hay que evitar cocer en exceso el bizcocho para que no quede reseco.
Una vez el bizcocho esté cocido (pincharlo y comprobar que la aguja sale limpia), sacarlo del horno. Al cabo de cinco minutos, desmoldar y dejar enfriar sobre una rejilla. En seguida cubrir con film transparente para que no pierda mucha humedad mientras se enfría… el papel de hornear permite que pierda humedad de manera más controlada, por lo que es mejor cubrirlo por encima (puede usarse también un trapo de cocina limpio, pero esta masa al condensar humedad tenderá a ponerse melosa en superficie y puede pegarse al trapo.
Y lo mejor de todo viene al final… es un bizcocho perfecto para compartir en una reunión de amigos, de trabajo, de colegio… o para regalar a tus amig@s.
Ahora sí me queda claro
Muchas gracias & saludos,
Jose
El bizcocho lo tapo o con un paño de cocina limpio o con film transparente. Lo cubro, no lo envuelvo, de manera que por los laterales y la parte de debajo si elimina algo de humedad a través del papel de hornear.
No sé si está ahora un poquito más claro… La cuestión es evitar que este bizcocho (que no lleva grasa) se reseque en exceso mientras se enfría.
Hola soyCirce,
me resulta un poco confusa la parte relativa a cubrirlo al salir del horno. Indicas que se cubra con papel film e inmediatamente después explicas que el papel de horno permite que vaya perdiendo humedad. Entonces, ¿habría que cubrirlo con papel de horno o film?
Gracias & saludos,
Jose